El polvo nos causa sinusitis, los pelos de los animales nos irritan piel, ojos y garganta, algunos olores incluso nos pueden producir malestares -sin contar medicamentos, alimentos y ciertos químicos-, no cabe duda: estamos frente a un caso de alergias.
Este tipo de molestias son reacciones exageradas del cuerpo -por parte del sistema inmunitario- a ciertas sustancias que por lo regular resultan inofensivas. Sin embargo, para una persona alérgica el contacto con alguna de ellas puede resultar en síntomas ligeros de irritación -como enrojecimiento de la piel o algunos estornudos y lagrimeo de los ojos- hasta problemas que pueden poner en peligro la vida de una persona.
Alrededor del mundo existen 500 millones de alérgicos, según indican cifras publicadas en 2010 por parte de la Organización Mundial de la Salud. Aunque se sabe que se puede heredar la predisposición del ser sensible a alguna sustancia de padres a hijos, hay personas que desarrollan estos problemas sin que nadie en su familia tenga predisposición a algún alérgeno en particular. Entre las causas más comunes de alergia se encuentran los ácaros del polvo, el polen, el moho y los animales.
Debido a que la concentración de estos alérgenos varía a lo largo del año, en algunas estaciones podemos ser más sensibles a presentar molestias que en otras.
ESTACIONES ALÉRGENAS
Si presentamos síntomas de alergia sólo en algunos momentos del año, es probable que aquello que nos resulta molesto se encuentre en el medio ambiente. Por lo general los problemas que enfrentamos en este tipo de situación son estornudos frecuentes, goteo nasal o congestión, comezón en ojos, nariz, garganta o piel, y enrojecimiento e hinchazón de los ojos.
Aunque es la primavera el tiempo por excelencia en el que las alergias hacen su acto de presencia, el otoño e invierno también pueden complicarnos la vida si no tenemos precauciones con la forma en que nos desenvolvemos.
De este modo, aunque la polinización de las plantas se reduce palpablemente en las zonas más frías del orbe, en el resto del mundo -especialmente en zonas tropicales- otro tipo de plantas florecen y comienzan sus ciclos aunque el calendario marque que ya nos encontramos en invierno.
Como la presencia de polen varía conforme a las corrientes de aire y tipo de vegetación que se encuentre en nuestra comunidad, puede ser difícil alejarse de este. Sin embargo, se sabe que las horas en la que se registra una mayor cantidad de polen en el aire van de las 5:00 a las 10:00 de la mañana.
Además, si vivimos en zonas muy frías también nos encontraremos con alérgenos todo el tiempo, ya que al pasar más tiempo en casa tenemos mayor contacto con los ácaros, los pelos de nuestros animales domésticos, el moho y el polvo.
Las molestias causadas por estas sustancias y algunos tipos de microorganismos que se hacen más comunes en el invierno -como los que causan los resfriados y gripes-, pueden agudizarse si no son tratados hasta convertirse en condiciones como la sinusitis crónica.
PREVENIR SU LLEGADA
Para evitar sufrir el paso de las distintas estaciones, se deben tomar algunas precauciones que nos ayuden a mantenernos sanos la mayor parte del tiempo.
Si somos alérgicos al polen, lo mejor que podemos hacer para dejar lejos las irritaciones es quedarnos en un ambiente cerrado en el período de polinización de las plantas -de las 5:00 a las 10:00 de la mañana-. Además viajar en automóvil con las ventanas cerradas también es de utilidad.
De igual modo, en el hogar se deben mantener las ventanas cerradas en ese período, y en caso de haber salido durante esas horas a un ambiente que sabemos de antemano que se encuentra lleno de polen, se hace necesario hacer la lavandería para evitar que esas pequeñas partículas vegetales tengan un contacto excesivo con la piel.
En el caso de ser alérgicos al polvo y ácaros, mantener limpias las áreas donde nos encontramos es indispensable. Sobre todo si nos enfrentamos a inviernos fríos, en los que pasamos la mayor parte del tiempo en sitios cerrados y sin ventilación exterior continua.
Para asegurarnos de que el hogar se encuentre limpio, es positivo pasar una aspiradora o procurar limpiar con un trapo húmedo la mayor parte de las superficies donde se acumula el polvo.
Dentro de la recámara, el cambio de sábanas y cobertores debe ser frecuente. Si mantenemos estos elementos, las almohadas y otro tipo de enseres demasiado tiempo en contacto con nosotros, inevitablemente los llenaremos de partículas de piel muerta -el alimento de los ácaros- y atraeremos justo lo que deseamos evitar.
En el caso de las mascotas, el cepillado y aseo de los animales es parte de una rutina básica. En este sentido, es necesario limpiar los muebles y sitios donde nuestro compañero haya pasado el rato para procurar retirar todo el pelo que pudiera dejar; también se aconseja bañar a los animales una vez a la semana para garantizar que estén limpios, y cepillarlos luego para atrapar el mayor número de los pelos posible.
Ahora que sabes cómo mejorar tus alergias ¡implementa estos consejos y vive una vida más relajada!
Los productos Omnilife son para mejorar la calidad de vida de las personas, estén pasando o no por algún problema de salud.
Los nombres y presentaciones, así como la disponibilidad, varían en cada país de acuerdo con existencias, puedes consultarme los productos y presentaciones disponibles en tu país, o bien, visitá aqui el Sitio Global de Catálogo Virtual Omnilife.
PREVENIR SU LLEGADA
Para evitar sufrir el paso de las distintas estaciones, se deben tomar algunas precauciones que nos ayuden a mantenernos sanos la mayor parte del tiempo.
Si somos alérgicos al polen, lo mejor que podemos hacer para dejar lejos las irritaciones es quedarnos en un ambiente cerrado en el período de polinización de las plantas -de las 5:00 a las 10:00 de la mañana-. Además viajar en automóvil con las ventanas cerradas también es de utilidad.
De igual modo, en el hogar se deben mantener las ventanas cerradas en ese período, y en caso de haber salido durante esas horas a un ambiente que sabemos de antemano que se encuentra lleno de polen, se hace necesario hacer la lavandería para evitar que esas pequeñas partículas vegetales tengan un contacto excesivo con la piel.
En el caso de ser alérgicos al polvo y ácaros, mantener limpias las áreas donde nos encontramos es indispensable. Sobre todo si nos enfrentamos a inviernos fríos, en los que pasamos la mayor parte del tiempo en sitios cerrados y sin ventilación exterior continua.
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Dentro de la recámara, el cambio de sábanas y cobertores debe ser frecuente. Si mantenemos estos elementos, las almohadas y otro tipo de enseres demasiado tiempo en contacto con nosotros, inevitablemente los llenaremos de partículas de piel muerta -el alimento de los ácaros- y atraeremos justo lo que deseamos evitar.
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